Cada uno me enseñó algo, pero lo más importante...todos me iluminaron con sus hermosos ojos día tras día.
viernes, 30 de diciembre de 2011
¡Gracias papis!
Cada uno me enseñó algo, pero lo más importante...todos me iluminaron con sus hermosos ojos día tras día.
sábado, 5 de noviembre de 2011
Volveré a oír.
Tenía 23 años cuando llegó a mi consulta. Me contó que a los ocho años tuvo los primeros síntomas de hipoacusia (descenso de la audición) en el oído izquierdo. A los dieciocho, un nuevo empuje lo llevó a una disminución mayor en ambos oídos y a los veinte quedó totalmente sordo. No se beneficiaba significativamente con el uso de audífonos. Desde que le disminuyó la audición en ambos oídos a grado profundo hasta que se operó, pasaron once años.
Sus inmensos ojos celestes me miraron fijamente y me dijo:
_ Me manda el otorrinolaringólogo para que me ayudes a mejorar la lectura labial y probar el estimulador vibrotáctil (TACTAID). Estoy viendo la posibilidad de hacerme un implante coclear, ya estuve mucho tiempo en silencio. Quiero volver a oír y si me opero, estoy seguro que seré un paciente estrella.
Yo lo escuché impactada frente a tanta determinación. Sería todo un desafío para mí pues en los comienzos de los ’90 recién se comenzaba a hablar de este tipo de operación en Uruguay. En 1987 yo había hecho una pasantía en el Servicio de Audiología en el Neurosensory Center de Houston-Texas y había visto los primeros resultados, realmente asombrosos.
Trabajamos sistemáticamente durante varios meses y su actitud frente al tratamiento fue muy comprometida y responsable, así como también exigente consigo mismo y conmigo.
Las sesiones resultaban divertidas a pesar de lo tediosos que son los ejercicios, pues buscábamos de hacer la reeducación abordando temas de interés para ambos.
- Me imagino cómo es tu voz – me dijo un día.
Yo me sonreí y le confesé que era un poco chillona..
Su lectura labial mejoró, hecho corroborado frente a la tortura de hablarle de costado o con poca luz para dificultarle cada vez más la tarea y se sintió satisfecho con los resultados obtenidos cuanti y cualitativamente.
Finalmente, después de algunos años de pruebas y exámenes, lo operaron.
Lo fui a ver al sanatorio, aún no estaba conectado el implante, debíamos esperar un mes. La ansiedad era mutua.
Después de un tiempo llamé a su casa para preguntar por su evolución y para mi sorpresa él mismo atendió el teléfono! Hablamos un rato en forma pausada y yo estaba tan emocionada que no se me ocurría qué decirle. Me contó que lo primero que hizo cuando comenzó a oír de nuevo fue reunir a toda la familia para reconocer las voces de todos ( tiene nueve hermanos!). También fue al Palacio de la Música y compró una cantidad de discos para bañar a sus nuevos oídos de sus melodías preferidas.
El día que nos volvimos a encontrar, sonriente y autosuficiente me dijo una par de cosas:
1-¿Viste?, te dije que sería un paciente estrella.
2- Tenés la voz que me imaginaba…es linda pero la de mi novia me gusta más.
Rápidamente su voz se fue acomodando y recuperó bastante el timbre que había perdido con los años.
Volvió a integrarse al mundo sonoro con total entusiasmo atendiendo y reconociendo en todo instante a los estímulos auditivos que lo rodean.
Una de las cosas que más disfruta hoy día es oír la voz de su “campeón” de seis años llamándolo "papá". Es su inseparable compinche de andanzas. Juntos son dinamita!
Pasaron veinte años desde aquella primera consulta. Él dice que soy su "fono" preferida" y yo digo que él fue mi paciente "estrella".
sábado, 22 de octubre de 2011
jueves, 22 de septiembre de 2011
LLEGÓ LA PRIMAVERA al CIAN (Centro Interdisciplinario de Asistencia Neurosicológica)!!!
sábado, 28 de mayo de 2011
Cri cri, cri cri.
jueves, 26 de mayo de 2011
26 de Mayo Día del Fonoaudiólog@
sábado, 14 de mayo de 2011
El domingo 15 es el Día de MAMÁ
Biológicamente hablando, no soy mamá, pero puedo asegurarles que la profesión que elegí me hace sentir como una súper MAMI de cada uno de mis queridos pacientes.
sábado, 2 de abril de 2011
2 de abril
Bueno, no podemos decir que se reunió una "multitud", pero entre las 11 y las 12:30 de la mañana del hermoso sábado llegamos a ser unas cien personas.
y amigos
La Sra. Mariela Gavranic con la energía de siempre, acompañada de su esposo e hijos, dió el empujón para llevar adelante este encuentro junto a muchos otros amigos. Repartieron folletos "El Uruguay por el Autismo", conversaron con la gente e inflaron los globos de colores que fueron lanzados desde el balcón del Cabildo de Montevideo acompañados por un fuerte aplauso de los presentes y de los curiosos que paseaban por la Plaza Matriz.
Terapuetas particulares y de diferentes instituciones se acercaron al evento
La Maestra Carmen Castellano, colaboradora de todas las actividades vinculadas al tema estuvo presente
La Sra. María Auxiliadora de Vázquez, con su brazo enyesado no faltó a la cita
La Dra. Gabriela Garrido marcó presencia y fue la creadora de la folletería repartida
El Rotary Club del Uruguay, distrito Ituzaingó -Maroñas-4970, hizo contacto con todos los presentes ofreciendo su sede para charlas informativas sobre el AUTISMO, prioridad absoluta en su agenda del año.
Se intercambiaron tarjetas personales e institucionales
Gracias a todos por estar!
Espero que durante este año sigamos doblando esfuerzos y sembrando semillas en el camino de la vida.
viernes, 1 de abril de 2011
miércoles, 2 de marzo de 2011
ELLOS OYEN CON EL CORAZÓN
A todos ellos los conocí de chiquitos. Fueron mis primeros pacientes hipoacúsicos. Mi desafío, como fonoaudióloga era: enseñarles a hablar. Algunos dieron más trabajo que otros, unos rechazaban los audífonos, otros se negaban a vocalizar y usaban sus manos y cuerpo todo para hacerse entender, por el contrario estaban los que preferían mover sus boquitas e intentar sonidos y palabras aunque no las pudieran oir. Unos pocos fueron candidatos para el implante coclear, el que les permitió "volver a escuchar".
No todos se conocían entre sí, eso dependía de los días y horas en que tenían sus respectivas reeducaciones.
En algún momento de la vida, dejaron de recibir tratamiento por diversos motivos y por lo tanto dejé de verlos.
Hoy, muchos años después, gracias a la increíble posibilidad de interactuar a través de las redes sociales, los REENCONTRÉ!!! Todos se acuerdan de mi como "Eli, la que me enseñó a hablar" y me lo agradecen, eso me llena de orgullo.
Con el paso de los años, hubo quienes optaron por comunicarse a través de la lengua de señas únicamente, otros se oralizaron y hablan muy bien y están los que usan ambas modalidades, dependiendo del interlocutor.
Lo más importante es que después de todo este tiempo, encontré jóvenes felices, que se conocieron entre sí a lo largo de los años y hoy forman un hermoso grupo de amigos, en el que estoy integrada como una amiga más.
Todos ellos son mis AMIGOS, los que OYEN CON EL CORAZÓN.
martes, 1 de febrero de 2011
DULCINEA
De chica, nunca fui demasiado dulcera, de hecho, siempre preferí los alimentos salados. Mientras mi hermano y amigos se desvivían por los caramelos, chocolatines y ticholos, yo, vendía mi reino por una torta frita.
Yo vivía en Buenos Aires, en provincia. Los sábados de tarde solíamos ir con papá y mamá a una confitería del Centro a tomar la leche con medias lunas de manteca. Yo apurada me sentaba en la silla e inmediatamente mis ojos revoloteaban sobre la mesa en busca del azucarero.
¡Qué placer me provocaba ver los terrores de azúcar como una pila de ladrillos blancos brillantes, montados unos sobre otros llenando el recipiente! Para mí era toda una novelería, ya que en casa siempre había azúcar de la común, la suelta, la que se desparrama y da un trabajo bárbaro recoger porque siempre quedan granitos rebeldes, escondidos en algún reborde del platillo o de la mesa.
Mientras esperaba la leche, con mis pequeñas manos, mirando de reojo con disimulo, tratando de no ser vista, los iba agarrando de a uno y construía torres o casitas apoyando un terrón sobre otro, manteniendo el equilibrio.
Cuando llegaba el mozo con la taza rebosante de cocoa con leche, yo inmediatamente tomaba un terroncito desde un vértice con la puntita de los dedos, como si fuera una pinza y lo sumergía de a poco en la taza, observando cómo se iba tiñendo. Rápido, antes de que se ablandara demasiado y cayera, me lo metía en la boca, lo apretaba entre la lengua y el paladar para sentirlo disolverse, dispersándose el dulce sabor por todos los rincones.
¡Qué divertido me resultaba tomar la leche de esa manera!
A mis padres no les hacían mucha gracia mis maniobras, pero como tomaba toda la taza y no ensuciaba nada, no tenían argumento para rezongarme.
Podría decirse que ésa era mi más disfrutable dosis dulce de la semana, la que siempre esperaba con gran expectativa.