sábado, 19 de septiembre de 2009
Una pregunta por favor...
Camilo le quiere dar una sorpresa a su esposa y decide comprar un paquete de Buquebus a
Bs. As. para darse una escapada solos, el fin de semana.
Observa que hay una joven empleada de espaldas a él mirando por la ventana.
— Se-se-se-señorita, ¿me-me-me-me puede dar informa-ma-mación sobre los ppp-paquetes de pa-pa-pasaje con hotel a Buenos Aires, ppp- por favor ?
La joven que se suponía debería estar atendiendo con amabilidad y prontitud al probable cliente, continúa con la mirada perdida a través de la ventana que está al lado de su escritorio.
Camilo, que sufre su dificultad de expresión las veinticuatro horas del día desde su niñez, no se inhibe ni desiste cuando se propone algo. Aprendió a hacerse valer.
Espera unos cuantos segundos en silencio, de pronto comienza a mover sus dedos como si tocara el piano sobre el mostrador produciendo un ruido molesto que llama la atención de las demás personas del local menos la de ella. Los nervios le provocan tos y ésta, como acción refleja, le dispara un tic en los hombros, subiéndolos y bajándolos al mismo tiempo como si dijera ¡qué me importa! Todos lo miran extrañados.
Luego de varios eternos minutos, tratando de no ser descortés pero haciendo notar su presencia, eleva un poco el tono y la intensidad de su voz e insiste con el pedido de información. Ante la falta de respuesta, mira con indignación hacia ambos lados y constata que los demás empleados, ocupados en sus respectivas actividades, miran sin verlo, como si fuera invisible, ninguno repara en su presencia.
Recordando lo aprendido en la terapia, Camilo inspira profundamente, relaja la musculatura de su cara, abre su boca y exclama a viva voz:
— ¿Hay alguien ac-c-c-cá que se digne atenderme? ¿Usted — dirigiéndose a la joven con quien intentaba hablar—¿está t-tra-trabajando o cree que está bajo una pal-pal-palmera en la pla-pla-playa de Bom-Bom-Bombinhas?¿No se dio cuenta q-que estoy parado ac-c-c-cá hace quince minutos dirigiéndole la palabra?
Ella ni se inmutó, siguió de espaldas mirando hacia afuera.
La reacción de Camilo fue tan inesperada para todos que en un instante el personal presente estaba frente a él tratando de calmarlo, pidiéndole disculpas y ofreciéndole sus servicios amablemente. Todos menos Cecilia, la joven que miraba por la ventana, quien no se enteró de lo que sucedía porque mientras observaba absorta la gente pasar a través de la ventana, se agotaron las pilas de sus audífonos y quedó sumida en el más profundo silencio.
Nota: imagen bajada de google,http://relatividadpositiva.blogomundo.com/wp-content/uploads/2007/09/4147.jpg
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
bue...no esperaba ese final. cómo uno debe conocer bien las cosas antes de apurarse a sacar una conclusión o enojarse.
ResponderEliminarEli, muy bueno el final.
ResponderEliminarDan ganas de apurarse para llegar al final!
ResponderEliminarYo pensé varios finales, así que jugaste bárbaro con nuestra imaginación. Yo pensé q quizá era que ella era la que iba a ser invitada al viaje, o que era un spectro que él imaginaba y que no existía!
Suequi: vaya imaginación la tuya!!!gracias por pasar por aquí.
ResponderEliminar