viernes, 26 de febrero de 2010

Respiro: inspiro...espiro...

Dentro de la actividad fonoaudiológica está la estimulación en su concepto más amplio, entre otros, la estimulación de los sentidos -no solo del oído, sino también del gusto, olfato, vista y tacto.

Aprender a oler ayuda a desarrollar la percepción en sí misma de los diferentes olores del entorno, pero también nos permiter asociar esa percepción con palabras precisas que nos dan la posibilidad de describir lo que "sentimos" : olor fuerte, suave, ácido, penetrante, rancio-cítrico y muchos más. También inspirar y espirar repetidas veces es un buen ejercicio para desarrollar la musculatura de las estructuras oro-faciales (especialmente de las narinas) y para controlar la coordinación fono-respiratoria.


Cuando yo era chica era muy curiosa y me las ingeniaba para lograr mis objetivos de una u otra manera. Una de mis travesuras, en la casa de mis abuelos, era escabullirme en algún momento del día de la ronda familiar y escaparme rumbo al cuarto de los roperos.

Me tentaba tremendamente llegar frente a las puertas lustrosas, altas, de madera labrada, pertenecientes a un mueble que, en aquel entonces, era gigante a mis ojos. Con cuidado giraba la llave de bronce y se abrían de par en par.

Una oleada de olor a naftalina me inundaba y yo inspiraba profundamente.

Entre las oscuras y gruesas prendas de invierno que llenaban los estantes, metía mis pequeñas manos en busca de las pelotitas blancas que expelían aquel penetrante olor que me llegaba hasta el corazón. Me irritaba y gustaba a la vez, me provocaba tomarlas entre mis dedos y juguetear con ellas, dejando mi piel impregnada de un polvillo cristalino casi imperceptible.
Antes de levantar sospechas por mi ausencia prolongada, regresaba a donde estaban todos y con disimulo , de a ratos, llevaba los dedos a mi nariz para sentir ese olor tan especial.

Al llegar el invierno, los primeros días de frío´, los abuelos sacaban de los roperos sus prendas olorosas contentos de comprobar que no habían sido atacadas por las temibles polillas.

Yo, en esa época me ponía más mimosa que nunca con ellos. Buscaba cualquier oportunidad para acercarme a su regazo, los abrazaba y apoyaba mi cabeza sobre su pecho. Mientras tanto, hundía mi nariz en los sacos tejidos y respiraba profundamente...


1 comentario:

  1. ahhhh, justamente hace un par de días que mantengo un diálogo aromático con otra bloguera, en Vinividivinvi, discutiendo olores y lo que evocan. Lo que son las serendipias de la red, me encantó.

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Digan lo que quieran que aguanto...